PLAZA BOLIVAR DE BARINAS

PLAZA BOLIVAR DE BARINAS
ESTATUA PEDESTRE DEL LIBERTADOR PLAZA BOLIVAR DE BARINAS

martes, 28 de enero de 2014

LLANO ADENTRO  EN LETRA VIVA

(Volumen II)


¡MORDIERON EL PEINE, CARAJO!

A la memoria afectuosa de mis dos inolvidables maestros,
 José Esteban Ruiz-Guevara y José León Tapia.

Haciendo referencia a Ezequiel Zamora, líder indiscutible de la Guerra Federal, comandante y estratega de la célebre Batalla de Santa Inés, donde sus campos se convirtieron en escenario de esta acción que marcó un hito en la historia militar de Venezuela, América y el mundo.  Aprovechare entregar a ustedes algunos de los capítulos que conforman una serie de relatos ocurridos entre nieblas y sabanas en la famosa guerra larga y que espero publicarles pronto, con el nombre Entre nieblas y sabanas, relatos de la federación, como legajo de la tradición oral recogida entre muchos ancianos  de este país, quienes siempre tienen cosas que contar y como decía José León Tapia: “…si yo u otro no  la  recoge, está  destinada  a perderse”.


El sol afilaba sus rayos  radiantes en el amanecer del nuevo día, Zamora seguía caminando desde el paso del río hasta la puerta, cuando venía la gente de Ramos y cogieron el paso del Faustero y agarraron a la derecha para salir al camino real.

 -Mordieron el peine, carajo -exclamó con voz de triunfo el general Zamora.

La gente de Ramos venía derechito hacia las trincheras que eran zanjones o enormes cunetas con estacas de macanas grandes, cubiertas por encima de monte o del mastranto  sabanero; allí caen pereciendo casi toda la caballería quedando estacadas.

 -Fue toda  una masacre –comentaban pesarosos los viejos del pueblo.

En el trapiche, ubicado en la hacienda San José,  propiedad del general oligarca Juan Manuel Cevallos, estaba el coronel José Desiderio Trias.

Los caneyes de esta hacienda sirvieron de hospitales a la cantidad de heridos que iba dejando esa férrea  y campal batalla, que por muy poco tiempo fue esperanza de redención para el pueblo desposeído.

Tan hábil fue Zamora que cuando la gente del gobierno cogió camino para el Cucharo y pasaron el Caño e’  Monte, este le decía a su gente:

-Déjenlos pasar, déjenlos pasar.  Dejen que la canoa agarre su propio nado.

Hasta que entraron a la hacienda donde estaba esperándolos el coronel José Desiderio Trías.

El desastre mayor fue en la hacienda, en el paso el Faustero y en la encrucijada del camino.

En la Palma, Zararito y Caño e’ Monte, eran únicamente avanzaditas cortas, escaramuzas donde estratégicamente les dejó entrar en calor,  repitiéndole a su gente:

-Déjenlos entrar, déjenlos que avancen que mordieron el peine, ¡Carajo! Por pendejos y desprevenidos.

De la hacienda San José a la pica que llaman Marianera, hecha por la tropa de Ramos; la gente se dividió en dos bandos unos hacia la pica Marianera y los otros a la costa del  Faustero, saliéndoles de frente a las trincheras.

El general Zamora eufórico le decía a su gente:

-Los godos cayeron en la trampa ¡Mordieron el peine, carajo! Más sabe el diablo por viejo que por diablo. Tonto no le gana a vivo, sino echando charapo. Ahora si, la patria va’ se pa’ todos. Se jodieron los ricos. ¡Oligarcas temblad!, ¡Viva la libertad! Mordieron el peine por pendejos.

La gente del gobierno se dirigió muy feo, el fantasma de la derrota fue tal que los condujo hasta El Real, llegaron a Juana María, de ahí volvieron a chocar al Real buscando la pica El Zamuro, pica hecha por la gente de Zamora. Pasaron el río para salir a Maporal y  Matas Azules, la gente del gobierno trató de coger el rumbo que llevaba Zamora, pero no cogieron la costa del río. La suerte acompañaba a Zamora, porque si la gente de Ramos hubiera cogido la costa del río por el camino que llaman el Barrillero se le hubiese presentado un percance serio a los federales porque ahí no habían avanzadas ningunas, estaba el puro pueblo que rezaba por el triunfo de su ejército  federal. Pero le hicieron caso al ciego que vengándose la muerte de su perrito les dijo:

-No se vayan por San Lorenzo, váyanse por El Guamito.

El gobierno acaba de sellar su derrota y los godos de Barinas cogieron camino a Mérida.

Los campos de Santa Inés después de la larga pelea quedaron en silencio, con miles de muertos que tapizaban la sabana, las enormes montañas con sus  mijaos y cedros, en la sombra de la noche, vieron la veloz huida de los oligarcas.
Santa Inés: batalla de redención, victoria  de los federales.


No hay comentarios:

Publicar un comentario