LLANO ADENTRO EN LETRA VIVA
(Volumen
II)
BARINAS
HISTORICA
Barinas aún cuenta con vestigios de su heroico pasado, ofreciendo
a propios y extraños reencontrarse con un ayer lleno de magia y leyendas; esto
y muchas otras cosas hacen de ella una ciudad histórica, teniendo un sitial
ganado en la memoria venezolana.
El municipio Barinas, por su condición
de capital del Estado, constituye la unidad geográfica más importante del
territorio barinés. La dinámica propia de su actividad le perfila como eje
principal en el desarrollo integral del Estado; en él se concentran la mayoría
de los poderes públicos
Su producción económica se caracteriza
por ser agropecuaria, maderera,
petrolera y de subsistencia; con la comercialización de cultivos como:
maíz, algodón, plátano, yuca y frutas; así como también se observa la cría de ganado bovinos, ovinos y porcinos.
Aunado a lo anterior, posee aserraderos, innumerables entidades bancarias, y
cuenta con fábricas artesanales, galletera, de confección de alpargatas,
instrumentos musicales, refrescos, plásticos, vinos, condimentos, muebles, café
y otros rubros.
Actualmente está incorporando
industrias y empresas con el fin de llevar adelante el desarrollo científico y
tecnológico que exige la comunidad mundial. Barinas es un municipio en vía de
desarrollo, pujante y activo, que avanza a pasos firmes hacia un futuro
inmenso.
Como la mayoría de las ciudades
coloniales de Venezuela comenzó a formarse con construcciones de paredes de
tapia o bajareque y techos de tejas o palma, con amplias y altas habitaciones,
largos y anchos corredores y patios de hermosos jardines y sombríos por frondosos arboles.
Al evocar el verbo elocuente,
nostálgico y certero del maestro José León Tapia, refiriéndose a la ciudad que
le vio nacer y a la que tanto le escribió y amó, se refleja el vivo retrato de
esa Barinas histórica, cargada de magia y leyendas al decir:
“(…) a veces se pregunta uno que ha sido de la vida en el
hilo del tiempo y entonces comienza a hilar recuerdos de esa vieja Barinas para
remontarse en un cielo de sueños. Me veo en años tan lejanos que se difuminan
en el olvido y como retoño marchitados revividos por el riego fantasioso de mi
mente, historias de guerras, soledad de mediodía, alborozo de escuela, voces de
maestros en los aposentos.
Casas blancas, calles rectas, aleros de cobijo, hombres a
caballos encendidos de cascos las piedras. Solo dos automóviles empolvados y
rugientes, es la visión de mis primeros tiempos. Una ciudad silenciosa, una
escuela de niños pálidos, una paz en los espíritus, un respeto a la voz de los
maestros. Una prédica de honestidad, enseñanzas con amor de patria, para
aquellos muchachos que con alborozos poblábamos las calles”.
Para él era encontrarse con ese mundo
que creía perdido, era vivir de nuevo la
Barinas que creía pérdida, la que con sus recuerdos nutrió todos sus libros y
relatos. Por ello su angustia permanente la calmaba escribiéndole y
estimulándonos a conocer nuestra tierra barinesa en las tertulias del museo
Alberto Arvelo Torrealba.
La doctora Catalina Torres de
Ruiz-Guevara, en su libro La iglesia matriz
de Barinas en su contexto urbano (1994), señala que esta ciudad inicia su
trazado partiendo de la plaza mayor (actual plaza Bolívar) y desde este espacio
urbano se ordenan las principales calles extendidas de este a oeste (hoy calles
Bolívar, Arzobispo Méndez, 5 de Julio y Cedeño) encontradas con las actuales
avenidas doctor Rafael Medina Jiménez, Marqués del Pumar, Sucre, Briceño Méndez
y Páez, concebidas en líneas rectas y orientadas hacia los puntos de acceso a
la ciudad.
En 1859, año de la Revolución Federal,
Barinas sufre los avatares de la guerra por ser principal escenario de esta
revolución. La ciudad fue incendiada y casi desaparece. Durante la Guerra
Federal, el ordenamiento de la ciudad jerarquizó la disposición del espacio en
función de la concentración del poder civil, político y eclesiástico; no
acatando a cabalidad lo dispuesto en las ordenanzas que en esa materia
hallábase contempladas en las Leyes de Indias. No obstante, en las décadas
siguientes continuaría la tradición de las ciudades españolas, con el trazado
regular, que a modo de tablero de ajedrez, organizaban las sedes
representativas de los poderes en torno a la plaza mayor.
Inicia un nuevo siglo. Para 1909, la
ciudad de Barinas, continuaba reducida a su mínima expresión y sin experimentar
un mayor crecimiento cuantitativo; al igual que la mayoría de las ciudades
venezolanas durante las primeras décadas del siglo XX, que no eran más que un
puñado de aldeas regadas en un amplio territorio. Así pasaría la feroz
dictadura de Juan Vicente Gómez, sin pena ni gloria para el desarrollo
urbanístico de esta noble tierra.
Es a partir de 1936, en el gobierno
del general Carlos Jordán Falcón, que
comienza a experimentar cambios sustanciosos en su morfología arquitectónica.
Durante su gestión de gobierno se
construye el edificio sede del hospital doctor Luís Razetti -hoy asiento de la
Alcaldía de Barinas- y la restauración de las ruinas del antiguo Palacio del
Marqués; importantes edificaciones aún presentes en la actualidad, aunque
sufriendo cambios en su estructura original.

Calle Briceño Méndez
Frente del hospital, hoy
Palacio Municipal
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