PLAZA BOLIVAR DE BARINAS

PLAZA BOLIVAR DE BARINAS
ESTATUA PEDESTRE DEL LIBERTADOR PLAZA BOLIVAR DE BARINAS

martes, 28 de enero de 2014

LLANO ADENTRO  EN LETRA VIVA

(Volumen II)


BARINAS HISTORICA


Barinas aún cuenta con vestigios de su heroico pasado, ofreciendo a propios y extraños reencontrarse con un ayer lleno de magia y leyendas; esto y muchas otras cosas hacen de ella una ciudad histórica, teniendo un sitial ganado en la memoria venezolana.
El municipio Barinas, por su condición de capital del Estado, constituye la unidad geográfica más importante del territorio barinés. La dinámica propia de su actividad le perfila como eje principal en el desarrollo integral del Estado; en él se concentran la mayoría de los poderes públicos
Su producción económica se caracteriza por ser agropecuaria, maderera,  petrolera y de subsistencia; con la comercialización de cultivos como: maíz, algodón, plátano, yuca y frutas; así como también se observa  la cría de ganado bovinos, ovinos y porcinos. Aunado a lo anterior, posee aserraderos, innumerables entidades bancarias, y cuenta con fábricas artesanales, galletera, de confección de alpargatas, instrumentos musicales, refrescos, plásticos, vinos, condimentos, muebles, café y otros rubros.
Actualmente está incorporando industrias y empresas con el fin de llevar adelante el desarrollo científico y tecnológico que exige la comunidad mundial. Barinas es un municipio en vía de desarrollo, pujante y activo, que avanza a pasos firmes hacia un futuro inmenso.
Como la mayoría de las ciudades coloniales de Venezuela comenzó a formarse con construcciones de paredes de tapia o bajareque y techos de tejas o palma, con amplias y altas habitaciones, largos y anchos corredores y patios de hermosos jardines  y sombríos por frondosos arboles.
Al evocar el verbo elocuente, nostálgico y certero del maestro José León Tapia, refiriéndose a la ciudad que le vio nacer y a la que tanto le escribió y amó, se refleja el vivo retrato de esa Barinas histórica, cargada de magia y leyendas al decir:
“(…) a veces se pregunta uno que ha sido de la vida en el hilo del tiempo y entonces comienza a hilar recuerdos de esa vieja Barinas para remontarse en un cielo de sueños. Me veo en años tan lejanos que se difuminan en el olvido y como retoño marchitados revividos por el riego fantasioso de mi mente, historias de guerras, soledad de mediodía, alborozo de escuela, voces de maestros en los aposentos.
Casas blancas, calles rectas, aleros de cobijo, hombres a caballos encendidos de cascos las piedras. Solo dos automóviles empolvados y rugientes, es la visión de mis primeros tiempos. Una ciudad silenciosa, una escuela de niños pálidos, una paz en los espíritus, un respeto a la voz de los maestros. Una prédica de honestidad, enseñanzas con amor de patria, para aquellos muchachos que con alborozos poblábamos las calles”.
Para él era encontrarse con ese mundo que creía perdido, era  vivir de nuevo la Barinas que creía pérdida, la que con sus recuerdos nutrió todos sus libros y relatos. Por ello su angustia permanente la calmaba escribiéndole y estimulándonos a conocer nuestra tierra barinesa en las tertulias del museo Alberto Arvelo Torrealba.
La doctora Catalina Torres de Ruiz-Guevara, en su libro La iglesia matriz de Barinas en su contexto urbano (1994), señala que esta ciudad inicia su trazado partiendo de la plaza mayor (actual plaza Bolívar) y desde este espacio urbano se ordenan las principales calles extendidas de este a oeste (hoy calles Bolívar, Arzobispo Méndez, 5 de Julio y Cedeño) encontradas con las actuales avenidas doctor Rafael Medina Jiménez, Marqués del Pumar, Sucre, Briceño Méndez y Páez, concebidas en líneas rectas y orientadas hacia los puntos de acceso a la ciudad.
En 1859, año de la Revolución Federal, Barinas sufre los avatares de la guerra por ser principal escenario de esta revolución. La ciudad fue incendiada y casi desaparece. Durante la Guerra Federal, el ordenamiento de la ciudad jerarquizó la disposición del espacio en función de la concentración del poder civil, político y eclesiástico; no acatando a cabalidad lo dispuesto en las ordenanzas que en esa materia hallábase contempladas en las Leyes de Indias. No obstante, en las décadas siguientes continuaría la tradición de las ciudades españolas, con el trazado regular, que a modo de tablero de ajedrez, organizaban las sedes representativas de los poderes en torno a la plaza mayor.
Inicia un nuevo siglo. Para 1909, la ciudad de Barinas, continuaba reducida a su mínima expresión y sin experimentar un mayor crecimiento cuantitativo; al igual que la mayoría de las ciudades venezolanas durante las primeras décadas del siglo XX, que no eran más que un puñado de aldeas regadas en un amplio territorio. Así pasaría la feroz dictadura de Juan Vicente Gómez, sin pena ni gloria para el desarrollo urbanístico de esta noble tierra.
Es a partir de 1936, en el gobierno del general Carlos Jordán Falcón,  que comienza a experimentar cambios sustanciosos en su morfología arquitectónica. Durante su gestión de gobierno  se construye el edificio sede del hospital doctor Luís Razetti -hoy asiento de la Alcaldía de Barinas- y la restauración de las ruinas del antiguo Palacio del Marqués; importantes edificaciones aún presentes en la actualidad, aunque sufriendo cambios en su estructura original.


Calle Briceño Méndez 


Frente del hospital, hoy Palacio Municipal 

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