LLANO ADENTRO EN LETRA VIVA
(Volumen
II)
TRESCIENTAS
CANTAS LLANERAS
Entre uno de los legados más
importantes que dejó el médico, ingeniero, pionero de la industria petrolera
venezolana, doctor Carlos González Bona, fue el libro titulado Trescientas cantas llaneras,
recopilación de coplas que por el llano caminan desde tiempos ancestrales y
que, en una u otra manera, forman parte del inconsciente colectivo del llano,
que es, según Jung, el lugar donde se alojan los atributos más puros y
esenciales del carácter y la forma de ser de un pueblo.
El
doctor González Bona, fue un barinés -de Pedraza-, miembro de una honorable
familia que en tiempos de la Guerra Federal emigró de Barinas hacia San
Cristóbal. Él, gracias a su talento y espíritu emprendedor, llegó a
involucrarse en muchas faenas civilizadoras en esa Venezuela donde todo estaba
por hacerse.
La canta
es una de las formas favoritas que tiene el llanero para expresarse, -estilo que domina con maestría-.
Esta recopilación atesorada por González Bona es la muestra de un trabajo hecho
con constancia; ha tenido varias ediciones desde que fue dada a la luz pública
por vez primera en abril de 1903, convirtiéndose en una obra de consulta
necesaria para conocer la cultura llanera y entender nuestro folklore nacional.
El
doctor Carlos González Bona, escribe en el prólogo de esta obra: “Emprendo esta publicación movido del deseo
de salvar del olvido páginas que yo creo interesantes de la poesía venezolana;
esas páginas que no están escritas y que viven en la memoria de nuestro pueblo
llanero, como vivieron los cantos del divino Homero, en la memoria de la
Grecia.” Creo que lo hizo con presagios de añoranzas y amor por esa tierra
ancha y larga de los llanos barineses, el solo recopilar la expresión popular
de los habitantes de los llanos de Barinas es una acción digna y meritoria de
reconocimiento.
Disfruten algunas de las trescientas
cantas llaneras que recopiló el doctor González Bona, que andan llano adentro,
de voz en voz de los cantores, poetas y trovadores de la llanura inmensa.
De este
llano afuera vengo
donde
llaman El Sombrero;
de
las muchachas bonitas
yo
soy el alcabalero.
Aquí
me estaré cantando
cantando
hasta amanecer,
para
que las flores verdes
vuelvan
a reverdecer.
Desde
mi tierra he venido
con
el agua a la garganta,
sólo
por venirte a ver
hermosa
paloma blanca.
Acordarme
no quisiera
de
aquel término apureño,
del
fulano Salazar
y el
tal Nicolás Briceño.
Vamos
a la mar, morena,
que
allá nos embarcaremos:
tu
cuerpo será el navío,
mis
brazos serán los remos.
A la
mar mandé por perlas
y me
trajeron corales
para
hacer unas pulseras
para
alivio de mis males.
A las
cuatro muere el sol
en
los brazos de la tarde;
por
eso la triste noche
viste
de negros pañales.
Hasta
los palos del monte
tienen
su separación,
unos
sirven para santos
y
otros para hacer carbón.
El
oficio e maraquero
es
oficio condenao;
para
todos hay asiento
y el
maraquero parao.
Dale
duro a esa bandola
que
se acabe de quebrar;
que
palos hay en el monte
y
quien los sepa labrar.
El
que cantare conmigo
apriétese
los calzones,
no
piense que va a comer
arepas
con chicharrones.
A mi
mesmo me da miedo
cuando
levanto el tañío;
porque
me hallo facultoso
y
dueño de mi albedrío.
A
caramba compañero,
cómo
no voy a llorar
si
una sola vida tengo
y me
la quieren quitar.
Ninguno
cante victoria
aunque
en el estribo esté;
que
muchos desde el estribo
se
suelen quedar a pie.
El
que nació para pobre
y es
su sinio niguatero,
aunque
le saquen la nigua,
siempre
le queda el agujero.
No
sirvo más a la patria,
la guerra
me tiene loco;
porque
el trabajo es muy recio
y el
pago que dan es poco.
Yo no
voy a la Guayana
por
no dormir en la playa,
por
no escucharle los golpes
que
le dan a la muralla.
Santocristo
de la Grita,
Virgen
de Chiquinquirá
me
sacaste de mi tierra,
volveme
a poner allá.
De
este llano abajo vengo
en mi
caballo melao
atropellando
cantores
como
atropellar ganao.
Cuando
yo tenía dinero
me
llamaban don Tomás;
ahora,
que no tengo nada
me
llaman Tomás, no más.
Decile
al señor alcalde
que
me afloje la cabuya;
que
si el amor es delito
mi
pena es la misma suya.
En
Caracas nacen rosas,
en La
Guaira clavellinas;
en
Maracay las paperas
y en
la laguna, guabinas.
Si
acaso te preguntare;
porque
ella es muy preguntona,
dile
que me llevan preso
los godos
de Barcelona.
Yo no
le temo a la muerte
aunque
la encuentre en la calle;
que
sin licencia de Dios
la
muerte no mata a nadie.
Y con
esto adiós, señora,
hasta
la noche que viene,
cantaremos
tu rosario
si
Dios con vida nos tiene.
JOSÉ E. MACHADO Cancionero Popular Venezolano Cantares y Corridos Galerones y Glosas Con varias notas geográficas, histórica, y lingüísticas, para explicar o aclarar el texto. (Contribución al Folklore venezolano.)
ResponderEliminarEMP. EL cojo CARACAS- 1 9 19
En la plenitud de la Pampa el viento de la noche trajo a nuestros oídos el eco de un canto, doliente como el postrer lamento de una vida que se extingue.
El Autor.